¿Nuestra felicidad está lejos…?

25 de March de 2009. Escrito por Marcela.

Hola papito querido:

Te vi, me recogías del colegio. Como sabes cada quince días leo al padre Carlos Vallés, un jesuita simpático y sabio. Me encantó la entrada última y la historia de los “Dos marineros” que es una reflexión sobre como siempre pensamos que no hemos logrado lo que queríamos y que otros ya lo han alcanzado, “felices ellos y yo no”, pero en la realidad nadie se da cuenta que ya ha llegado de alguna manera.  En la misma entrada el padre Vallés escribe lo siguiente:

“Es mi historia favorita del Buda.
– Maestro, tenéis diez mil discípulos. ¿Cuántos de ellos han alcanzado la iluminación?
– Todos, pero ellos no lo saben.

Pareciera que en nuestro intento por alcanzar algo nos olvidamos de disfrutar lo que ya hay, lo que ya hemos logrado, de ninguna manera claro se debe entender esto como conformismo.  Finalmente, frases como “Seré feliz cuando…” nos niega la posibilidad de ser felices ahora. Por eso en este mismo instante me dan ganas de decir al de Arriba, gracias por lo que soy, por lo que tengo y por quiénes me quieren yquiero.

Quiero compartir la historia porque es hermosa

Dos marineros

El marinero en su pequeño barco de vela en medio del mar contempla el horizonte lejano que alarga su mirada hasta los confines de la tierra. Olas y espuma y espacio y azul hasta que el cielo se hace mar y el mar se hace cielo y todo es circular, infinito, cósmico. El punto definitivo del encuentro de todo. La meta de la vida. El sueño del joven marinero. ¿Cuándo llegaré allí?

En esto se fija, afina la mirada, enfoca lo ojos, y ve. Allí, en el horizonte lejano, en el punto cósmico, en la fusión de cielo y tierra hay un pequeño balandro como el suyo. Divisa su vela, sigue su movimiento en las olas, adivina a su feliz tripulante que ya ha llegado al punto de destino. ¡Qué suerte tiene!

El feliz tripulante del punto de destino está a su vez mirando hacia nuestro marinero desde lejos. Él también lo ve en su horizonte donde el cielo se abraza con el mar, en el punto del encuentro cósmico, en la meta final. Y él también piensa en la suerte que tiene el marinero de estar ya allí, de haber llegado, de haber realizado su sueño.

Todos creemos que el punto del encuentro cósmico está lejos. Otros han llegado, yo no. Otros son santos, buenos, perfectos. Yo no. Otros son felices. Yo no. Yo sigo a distancia infinita del ideal lejano. Nunca llegaré.

Gracias papá loco por todo lo que me quisiste,

Marcela